¡Hola, hola! ¿Cómo os está tratando el mes de octubre? ¿Ya os habéis adaptado al cambio de hora? Qué pronto anochece ahora, ¿no? ¡Y qué tarde sale el sol por las mañanas! Muchos días surge la duda de qué ponerse porque por las mañanas hace frío, por las tardes calor, y por las noches, pues vuelta al frío. Ojalá nos libremos de eso que llaman coger un resfriado por los cambios bruscos de temperatura, ¿no? (tocando madera).
Yo hoy quiero alejarme de esos vaivenes del cambio climático y volver a viajar con vosotros a Thean Hou. ¿Pero qué es eso? Es uno de los templos chinos más grandes del Sudeste Asiático y se ubica en la cima de Robson Hill. (No queráis imaginar lo que cuesta subirla andando, pues os habla una espartana a la que le dolieron las piernas. Por no mencionar la atmósfera de calor asfixiante que puede llegar a cubrir vuestro cuerpo. Pero como todo lo difícil en la vida, merece mucho la pena.)
Este Templo está dedicado ni más ni menos que a Thean Hou, que es la Madre Celestial, y su arquitectura ha hecho de él una de las atracciones turísticas más visitadas de Malasia.
El Templo se inauguró en 1989 y pertenece a la comunidad china de Malasia que consiguió erigirlo gracias a las donaciones populares. Posee además, elementos estructurales del budismo, el taoísmo y el confucionismo y representa una combinación perfecta de técnicas arquitectónicas modernas y tradicionales.
La parte exterior del Templo albera una fuente dedicada a Kuan Yin, la Diosa de la Misericordia a la que ya alabábamos en el artículo anterior en la ciudad de Penang. ¿Os acordáis de su enorme estatua? Además de ello, destacan las doce figuras que representan los animales del calendario chino. ¿Sabes cuál es tu animal en el calendario chino?
Pero, ¿por qué se empeñan en poner todos esos arcos y pilares rojos en la entrada? Porque simbolizan ni más ni menos que la prosperidad y la buena fortuna, algo que todos nos merecemos y deseamos.
El lugar también destaca por sus miles de farolillos rojos que se iluminan cuando anochece, además de por sus fantásticas vistas a la ciudad de Kuala Lumpur desde su tercer nivel.
No me digáis que no merece la pena ponerse un vestido largo (que como sabéis debe cubrir las rodillas), y patear lo que sea necesario, para poder estar un ratito viendo algo tan precioso como esto.
Os dejo con algunas fotos por aquí y muchas más por Instagram y Facebook.
No dejéis de visitarme para cualquier consulta que os pueda surgir en la que os pueda asesorar 😉
¡Besotes aplastantes, toneladas de optimismo intravenoso y hasta la próxima quincena!
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