A los pies de la Iglesia de Santa María de la Encarnación numerosas viviendas se fueron construyendo hasta formarse uno de los primeros barrios más conocidos y queridos en nuestro pueblo de Vélez-Málaga, el barrio de la Villa. Tengo que reconocer que cuando empecé a conocer los entornos de la feligresía y salí a pasear con varios colaboradores, visitando y conversando con algunos de sus vecinos, quedé muy sorprendido, en primer lugar porque pude sentir y analizar el olor a pueblo que se respira en Vélez, las estructuras de las casas, la forma de hablar, la forma de vestir, los animales en las puertas… etc, aún teniendo un censo de cuarenta mil habitantes; por otro lado observé la dejadez de muchas de sus viviendas y enseguida fui descubriendo la raíz de estos problemas: pobreza, marginación, desestructuración familiar, adicciones, gente en prisión, peleas, dificultad de acceso, dejadez por parte de las instituciones públicas e incluso de la misma Iglesia, en la que me incluyo yo.
También tengo que comprender las dificultades que este barrio posee, pues el enclave que posee cercado por las murallas tiene un difícil acceso pues para llegar allí o es a través de la Puerta Real de la Villa o por el Arroyo de San Sebastián o por los Pozos dulces o por la carretera nueva que da a la Fortaleza. Nos encontramos con cuestas empinadas y callejuelas estrechas que son un obstáculo para las personas de edad avanzada que allí residen, además casi todas las viviendas tienen escaleras en su interior, todo ello condiciona y muchas personas quedan aisladas por su falta de movilidad.
Actualmente hay muchas casas cerradas y algunas están habitadas por ocupas, hay concentración de personas que consumen estupefacientes, todo ello crea inseguridad y desconfianza en los que visitan este barrio y en los propios residentes de toda la vida, familias humildes pero con valores y principios.
La Orden de Clérigos Regulares pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, llamados también Escolapios, orden religiosa fundada por San José de Calasanz en el S. XVII para dar respuesta a la necesidad educativa de los niños pobres de Roma, fundan en Vélez-Málaga una casa en el año 1980 tras ser solicitados por del obispo de Málaga D. Ramón Buxarrais.
Algunos de los principios que regirán a esta nueva Comunidad formada por tres sacerdotes, serán: educación de la juventud, integrándose como profesores en centros docentes estatales; vinculación a la iglesia diocesana, participando en las tareas parroquiales y reuniones del clero; potenciación de un estilo nuevo de vida religiosa. Pastoral de animación a grupos juveniles y colaboran en la parroquia en catequesis y ministerios pero nunca con una responsabilidad parroquial directa, sino con acciones más cercanas al carisma calasancio.
Primero alquilan una vivienda en la Plaza Espinar y luego en el año 1982 en la calle la Fortaleza compran un solar donde edifican una vivienda, que será conocida como la casa de los Escolapios. En la planta superior se hallan las habitaciones de la comunidad, un oratorio y un pequeño claustro y en la parte inferior la biblioteca, garaje, comedor, cocina y un hermoso patio. Hay que recordar como elemento artístico el Mural de Jesús Resucitado que pintó en el oratorio el pintor veleño Pepe Bonilla, Mural que podemos contemplar en la magnífica exposición dedicada a Bonilla en el C A C, Centro de Arte Contemporáneo en la calle de las Monjas.
En el año 1994 tuvieron que abandonar nuestra Ciudad, pues debido a la falta de vocaciones tuvieron que cerrar algunas de sus fundaciones y le tocó a la casa de Vélez.
No podemos ni debemos olvidar la labor humana, educativa y religiosa que esta Comunidad realizó en la Villa encarnando el carisma de San José de Calasanz, que decía: Si desde la infancia el niño es imbuido diligentemente en la Piedad y las Letras, puede preverse, con fundamento, un feliz transcurso en toda su vida.
Este carisma se reflejó en la Villa, pues crearon una biblioteca a la que acudían muchos niños y adolescentes a consultar libros y a realizar las tareas y deberes que los maestros les encargaban en el colegio, allí jugaban y aprendían a orar y rezaban con los cánticos que ensayaban para las misas del domingo y otras celebraciones litúrgicas. Hay que resaltar las obras de teatro que realizaban y el Belén Viviente que se hacía la noche de Navidad en la Iglesia de Santa María. También organizaron un taller ocupacional de forja enseñando un oficio a muchos jóvenes del entorno de la Villa. Se creó la Asociación Calesense Amigos de la Villa (ACADIV).
Como muestra del paso de esta comunidad religiosa por Vélez-Málaga existe un cuadro en la sacristía de la Iglesia de Santa María del fundador de esta orden religiosa que cada vez que lo contemplo se me viene a la memoria y al corazón la labor emprendida por estos religiosos que sembraron muchos valores humanos y cristianos, aportando así su granito de arena en el barrio de la Villa.
El Padre Miguel Giralde, el P. Francisco Muler, el P. Enrique Villegas, el P. Manuel Rodríguez, el P. Ricardo Caro, el P. Francisco Carrión, el P. Santos Vinuesa y el P. Carlos Moreno… siguen estando en el recuerdo y el corazón de muchos veleños, para ellos mis mejores abrazos, gratitudes y bendiciones.
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