En las últimas décadas se ha suscitado un extraordinario interés por todos los temas que afectan a la mujer alrededor de su menopausia, debido a dos fenómenos sociales del mundo actual: en primer lugar, la prolongación de la esperanza de vida y, en segundo lugar, una vez mejorada la cantidad de vida, mejorar la calidad de ésta.
La consideración social de la menopausia varía a lo largo de la historia, y está estrechamente ligada a la consideración social que de la mujer y su sexualidad han tenido las diferentes culturas y religiones. Los estereotipos sociales negativos, la información contradictoria y el sesgo cultural hacen que muchas mujeres esperen o vivan este periodo con temor y malestar.
Estar bien informados es la base fundamental para un afrontamiento adecuado de los acontecimientos vitales. En este articulo explicaré qué es el climaterio y la menopausia, por qué sucede, qué cambios va a experimentar la mujer y cómo se puede prevenir y afrontar las molestias y problemas de salud mas frecuentes.
¿Qué es el climaterio y la menopausia?
Los términos “climaterio” y “menopausia”, aunque su significado no es el mismo, con frecuencia se utilizan de manera sinónima. El climaterio es un periodo de transición desde la etapa reproductiva de la mujer hasta la etapa no reproductiva. Durante el este periodo se produce el agotamiento de los folículos en el ovario, modificándose el aparato genital y otros sistemas del organismo. Se extiendo desde 2 a 8 años antes de la menopausia hasta 2 a 6 años después de la misma y abarca una serie de periodos: premenopausia, menopausia y posmenopausia. La menopausia es la ausencia de la menstruación durante 12 meses consecutivos debido a la perdida de folículos en el ovario. Este cese de reglas no es un fenómeno brusco, sino que la mujer, durante un periodo más o menos largo de su vida, tiene fallos de menstruación durante un periodo de 1, 2, o 3 meses y luego vuelve a tener la regla, por ello se exige un periodo de 12 meses sin menstruar para poder hablar de menopausia. La edad de presentación de la menopausia se sitúa entre los 45 y los 55 años, con una media alrededor de los 50 años.
El climaterio es una etapa en la vida de la mujer que no se debe de considerar como enfermedad. Los síntomas de que se acompaña son de gran variabilidad entre las mujeres, algunas tienen una transición asintomática, pero la mayoría experimentan síntomas que se pueden iniciar desde antes del cese de la actividad ovárica hasta la senectud.
¿Cuáles son las causas responsables de la menopausia?
Los factores responsables del cese de la actividad ovárica y ausencia de menstruación durante 12 meses consecutivos tienen un componente genético, reproductivo, ambiental y antropométrico.
En cuanto a los factores genéticos existe una correlación entre madres e hijas en cuanto al envejecimiento ovárico. Esto explica el hecho que determinadas mujeres tengan alta probabilidad de tener una menopausia precoz cuando varios parientes (madre, tías, hermanas, abuelas) la han padecido.
La fecundidad y la edad de aparición de la primera regla también influyen en la menopausia, de modo que las mujeres sin hijos y aquellas que tuvieron su primera regla temprana alcanzarán antes la menopausia.
Los factores ambientales como la dieta (el consumo de alcohol y tabaco se relaciona con un anticipo de la menopausia), el estilo de vida, el nivel socioeconómico (a nivel menor, menopausia más temprana, probablemente debido a la alimentación) y el clima (las mujeres que viven en altitudes más elevadas adelantan la edad de la menopausia) influyen en la edad a la que se presente la menopausia.
Los factores antropométricos como la delgadez y la obesidad (debido a una peor alimentación) contribuyen a una menos reserva ovárica y por lo tanto a un adelanto en la edad de la menopausia.
¿Qué cambios se van a producir?
En el climaterio la mujer va a experimentar una serie de cambios biológicos, psicológicos y sociales.
Los cambios biológicos tienen un suceso clave que es la caída de los estrógenos y entre ellos los que más molestias producen son: la sequedad, escozor y picor vaginal, sensación de presión y peso en la vagina, dolor durante las relaciones sexuales, sangrados postcoitales, infecciones e incontinencia urinaria, prolapsos genitales, reducción del tamaño de mama, piel del cuerpo fina y reseca aumentando las arrugas y el picor, aumento del colesterol LDL (el llamado colesterol malo) y del colesterol total y una disminución del HDL (el llamado colesterol bueno), menor densidad ósea y aparición o agravamiento de la osteoporosis.
Aunque los cambios psíquicos más frecuentes son insomnio, mayor nivel de ansiedad, disminución en la capacidad de concentración, pérdida de memoria, irritabilidad, cambios de humor, tristeza y depresión leve, es conveniente saber que los factores psicológicos (autoestima, aceptación de la propia imagen y de acontecimientos vitales de gran impacto como perdida de seres queridos, “nido vacío”…), sociales (cambios en la estructura familiar y en la función parental y de cuidado de hijos) y culturales (estereotipos negativos hacia la menopausia por perdida de la capacidad reproductiva), van a determinar la vivencia que cada mujer tenga de esta etapa de la vida y van a jugar un papel fundamental en la aparición de la sintomatología psíquica.
¿Cómo prevenir y afrontar los problemas de salud más frecuentes?
Actualmente las estrategias habituales para tratar los síntomas leves derivados de la menopausia son los tratamientos no farmacológicos y potenciar el cambio de estilo de vida hacia hábitos saludables, pero en situaciones en los que los síntomas disminuyen mucho la calidad de vida puede ser necesario un tratamiento farmacológico y/o hormonal, individualizando su uso y sopesando siempre el balance riesgo-beneficio y siempre bajo prescripción y seguimiento médico.
La educación sanitaria durante este periodo se convierte en elemento clave en la promoción de la salud y va encaminada a que la mujer, en esta etapa, pueda poner en práctica unos autocuidados para mantener la salud y el bienestar.
El ejercicio físico es capaz, aunque de forma leve, de aumentar la densidad mineral ósea. Respecto a su efecto sobre la aparición de fracturas, parece ser que también es eficaz para prevenirlas al disminuir el riesgo de caídas. El ejercicio físico aeróbico (caminar, correr, ir en bicicleta) al menos 30 min 3 veces por semana y los programas de entrenamiento físico de resistencia reducen el riesgo de fractura de cadera como resultado de incrementar la fuerza muscular y son recomendables para la prevención de la osteoporosis en mujeres. Los beneficios del ejercicio se pierden rápidamente al abandonar su práctica.
La rehabilitación y la práctica de ejercicios que potencian la musculatura del suelo pélvico y la reeducación vesical en caso de incontinencia urinaria se han mostrado eficaces para aliviar y mejorar los síntomas derivados de la misma.
La alimentación: fomentar una dieta sana y equilibrada, mantener un peso adecuado y disminuir las grasas saturadas y la ingesta de carne en favor de la de pescado es fundamental. Una dieta rica en calcio, tanto durante las etapas de crecimiento como en la edad adulta y antes de la menopausia, es importante para el máximo desarrollo de la densidad mineral ósea. Se recomienda un aporte de calcio en la dieta de 1.000-1.500 mg/día y unos adecuados niveles de vitamina D (400-800 UI/día), que se consiguen fácilmente con una dieta normal y con una exposición moderada al sol. La mejor prevención contra la osteoporosis es llegar a la edad adulta con un buen capital de masa ósea.
Tabaco, alcohol y cafeína: el tabaco y el consumo excesivo de alcohol está asociado tanto a una menor densidad ósea como a un aumento de las fracturas. El consumo moderado de alcohol y su efecto sobre la densidad ósea y las fracturas es actualmente objeto de debate. Moderar la ingesta de cafeína es recomendable para la prevención de la osteoporosis, ya que incrementa la pérdida urinaria de calcio y disminuye su absorción intestinal.
Técnicas de relajación: la técnica de respiración rítmica (lenta, controlada y diafragmática) en el momento de producirse del sofoco, ya sea de forma aislada o formando parte de otras técnicas de relajación, ha mostrado en todos los estudios una disminución de los síntomas vasomotores. Las terapias cognitivo-conductuales y de reducción del estrés basadas en la atención plena son aptas para la prevención de síntomas vaginales
Uso de cremas hidratantes, geles y lubricantes vaginales mejoran la sequedad vaginal y el dolor durante las relaciones sexuales y pueden reducir la irritación causada por la fricción del tejido.
Los fitoestrógenos son sustancias no esteroideas con actividad estrogénica (extractos naturales o sintéticos de soja, concentrados de genisteína o suplementos dietéticos de soja). Entre los principales fitoestrógenos están: las isoflavonas (predominantemente en la soja y el tofu, aunque también en otras legumbres, frutas y vegetales), los lignanos (en cereales, frutas, vegetales y semillas) y los cumestanos (en la alfalfa). De estos tres grupos, las isoflavonas son las más estudiadas. Han mostrado un efecto beneficioso modesto en el tratamiento de los síntomas vasomotores, aunque gran parte del mismo desaparece a las 6 semanas de iniciar el tratamiento.
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