Nunca podré olvidar a mis profesores en mis años de formación en el Seminario Diocesano de Málaga y de una manera especial a esos sacerdotes santos que están en el cielo y que han recibido con mucha alegría la noticia de la canonización de D. Manuel González García; pues el 16 de octubre del 2016 será elevado a los altares.
D. Manuel González García fue Obispo de Málaga en los años 1920-1937 y junto a un gran equipo de sacerdotes y bienhechores construyeron el Seminario Eucarístico de Málaga, lugar sagrado donde se cuecen a fuego lento muchas vocaciones que con la ayuda de Dios y la respuesta personal de cada joven llegarán a ser sacerdotes para nuestra Diócesis de Málaga y también muchos de ellos se esparcirán por distintos lugares del mundo ejerciendo su ministerio sacerdotal, entregados a las numerosas tareas y apostolados de la Iglesia Universal.
¡Qué sueño más hermoso tuvo este gran Obispo… y pudo verlo cumplido! Un Seminario, un semillero donde se plantan las semillas de la vocación sacerdotal y se riegan con el Agua de la Vida, que es el mismo Jesucristo ¡Qué capacidad de soñar y de enamorarse de las cosas del Señor! ¡Cuánto dibujaba y coloreaba en su interior! Y lo principal de todo fue que se dejó hacer por Él; pues el artífice y el obrero principal fue siempre Jesucristo, al que D. Manuel le entregó su vida y todo lo mejor de el mismo, su salud y su enfermedad, el entusiasmo y la alegría de sus Escuelas y de sus Marías de los Sagrarios, y sus tristezas y penas ante los abandonos de los sagrarios y la dejadez de muchas iglesias en los pueblos.
Al escribir este artículo me estoy acordonado de mis profesores: Rvd. D. Francisco Parrilla Gómez, Rvd. D. Manuel Pineda Soria, Rvd. D. Manuel González, Rvd. D. José María González, Rvd. D. Manuel Díez de los Ríos, Rvd. D. José Piña López, Rvd. D. José Álvarez Curiel… todos ellos ya en el cielo. Todos tenían un denominador común: un gran amor al Seminario de Málaga, un sentimiento profundo, real y eficaz de Presbiterio, unos valores auténticos de fraternidad sacerdotal, una gran pasión por el Evangelio y por el estudio de la Teología, una gran capacidad para escuchar la Palabra de Dios, grandes inquietudes por evangelizar y por dar a conocer el mensaje de Jesucristo, un gran corazón eucarístico, una devoción auténtica mariana, un espíritu de servicio y un gran celo apostólico sin medida…. ¡Hemos tenido tanta suerte de tener entre nosotros a estos maestros espirituales, que son realmente, las piedras vivas que han cimentado nuestro Seminario! Seminario que el bueno de D. Manuel construyó con esa pasión y convencimiento. Actualmente el Seminario sigue en construcción, pues jóvenes y adultos vocacionados siguen en preparación y toda la dinámica de formación humana, intelectual, espiritual, comunitaria, familiar y pastoral siguen entremezclando los sentimientos, los pensamientos, las actitudes, los valores y las conductas de éstos, que si el Sembrador quiere serán los sacerdotes de Málaga en los próximos años.
Pasear por los jardines del Seminario, caminar por la galería de la Obediencia, contemplar la fachada de la capilla del Buen Pastor, leer detenidamente las inscripciones de sus mosaicos, detenerse en su interior, en la Capilla más hermosa de la Diócesis de Málaga, leer la frase que se haya detrás del majestuoso y espléndido Sagrario:Pastor bueno, haznos buenos pastores, dispuestos a dar la vida por las ovejas y tener allí un tiempo prolongado de silencio en adoración Eucarística es renovar tus promesas sacerdotales y escuchar nuevamente la voz de D. Manuel González diciéndole a todos sus seminaristas: ¡Espíritu Santo, concédenos el gozo de servir a la Madre Iglesia de balde y con todo lo nuestro!
Cada vez que el Sr. Obispo D. Jesús Catalá Ibáñez se reúne en este lugar a rezar junto a su Presbiterio es como si se tratara de una sesión de diálisis; todo nuestro cuerpo, mente y espíritu se activan y todos renovamos nuestra pertenencia a Cristo y a su Iglesia Universal, concretada en la Diócesis de Málaga. ¡Qué agradable y delicioso que vivan unidos los hermanos!, proclamamos en el salmo 132.
¡Gracias D. Manuel González por ser un soñador!
¡Gracias D. Manuel González por recordarnos la vivencia de la fraternidad sacerdotal!
¡Gracias D. Manuel González por hacer del Seminario nuestra Casa Sacerdotal!
¡Gracias D. Manuel González por reactivar, actualizar, dinamizar y crear hambre espiritual y búsqueda permanente de Dios en todos los vocacionados!
¡Gracias D. Manuel por atender y tratar con tanto cariño a todos los sacerdotes!
Y también perdónanos por las veces que no entendimos tu gran corazón de pastor: que ama y que sufre, que habla y que calla, que actúa y desaparece.
El presbiterio de Málaga te recordará siempre y deseamos seguir tus consejos y seguir siendo en este mundo piedras vivas.
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