Después de todos estos meses de encierro obligado, el cuerpo pide a gritos más sol, naturaleza, brisa fresca… Y si es posible conseguirlo cerquita, sin tener que desplazarnos demasiado, mejor aún. Por eso, conocer el Molino de Inca de Torremolinos se presenta como el plan perfecto para un fin de semana cualquiera.
Torremolinos ha estado vinculada históricamente a los molinos de agua. De hecho, la importancia económica y social de los molinos se remonta a época árabe y hasta junio de 1923, cuando se llevó a cabo su expropiación para llevar aguas a Málaga.
Y es que los manantiales existentes en la zona, muchos de ellos ubicados en el actual Camino de los Pinares, facilitaron su desarrollo y le dieron nombre al que se ha convertido en uno de los destinos turísticos malagueños más conocidos: Torremolinos.
Cada uno de los molinos del municipio tenía un uso concreto: moler pan, producir papel de estraza, harina… De todos los que existían, el único que se conserva actualmente es el Molino de Inca, el más antiguo de todos.
Un molino con historia
El Molino de Inca es el más vetusto de la ciudad. Su partida de nacimiento data de 1700 y su promotor fue Don Joseph de Inca Méndez de Sotomayor.
Expropiado en 1923 por Torremolinos, antes perteneció a Eduardo Nogales y no se utilizaba a pesar de los 5 metros de caída y un caudal de más de 22 litros de agua por segundo procedente del manantial de Inca. Y no fue hasta 2003 cuando el paraje donde se encuentra el Molino de Inca se convirtió en el jardín botánico de Torremolinos.
En el acceso al jardín botánico, justo al lado de la taquilla, hay una réplica del molino. Además, paseando por el jardín también es posible encontrar piedras de antiguos molinos, vestigios que en la ornamentación perfecta para el parque y todo un homenaje al pasado de la ciudad, conocida antaño como Torre de los Molinos.
Aves exóticas y un jardín japonés
Aunque mucho más pequeño que su homólogo La Concepción Jardín Botánico-Histórico de Málaga, en el de Torremolinos en este edén verde encontramos cerca de un millar de especies vegetales. Entre ellas, destacan 150 variedades de palmeras, tan típicas de la Costa del Sol, pero también 300 árboles, cerca de 400 arbustos y hasta un eucalipto centenario. Todo este ecosistema se puede observar desde los diferentes miradores, espacios que se han convertido en un auténtico remanso de calma y paz donde respirar aire puro mientras disfrutar de la belleza de este conjunto paisajístico natural. Los miradores están orientados hacia diversas áreas del jardín: Tropical, Boscosa y Frutal.
Precisamente en la zona tropical encontramos uno de los estanques principales del Jardín Botánico Molino de Inca. Rodeada por medio centenar de especies palmíferas, en dicho estanque hay una representación escultórica de las cuatro estaciones. Personificadas en cuatro mujeres de corte clásico, esta composición representa el paso circular del tiempo.
Otro de los árboles más emblemáticos que hay en este espacio natural es la Araucaria Excelsa, impotente con sus 50 metros de altura y con una vida centenaria y escondida en el centro de un bello y curioso laberinto.
Además de una flora única, el Jardín también es hogar de una docena de aves diferentes, muchas de ellas ejemplares únicos, como el búho real, el primero en cautividad nacido en el Jardín Botánico Molino de Inca. En total, 12 aviarios donde también viven halcones, guacamayos y águilas, entre otras aves preciosas.
El otro factor que hace de este jardín un lugar imprescindible que ver en Torremolinos es su coqueto jardín japonés. En total, 500 metros cuadrados conformados por una colina desde la que observar el pequeño largo con tortugas y peces, una pequeña edificación de estilo japonés y el típico puente rojo. Todo en su conjunto nos tele transporta al país del sol naciente tan solo con cerrar los ojos.
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