Es una anomalía visual. El ojo miope tiene la vista corta. Sólo ve con claridad los objetos cercanos y percibe con dificultad los lejanos.
Su conflicto es de miedo por la espalda, miedo al futuro, desconfianza en el porvenir.
Su sentido biológico es fijar la vista en lo que se encuentra cerca y no querer ver lo que se ve lejos. Puede que el peligro se encuentre en las inmediaciones, o es probable que no queramos ver a alguien que está lejos o que ha muerto.
La persona con miopía alberga inseguridad frente al porvenir, le hace ver los acontecimientos más graves y más inquietantes de lo que son en realidad. Es como si no estuviera lista para enfrentarse a ellos. Puede ver lo que está cerca de ella, pero su visión lejana es confusa a causa de los músculos oculares contraídos y tensos. Por lo tanto, puede tratar con su realidad inmediata y su vida diaria con gran facilidad, pero le es difícil crear su propia visión del futuro y ver las posibilidades frente a ella ya que debe superar el miedo a lo que viene.
La persona miope puede tener tendencia a estar molesta e introvertida, lo cual puede resultar de experiencias de su infancia que vivió como pavorosas o abusivas (por ejemplo la mirada hostil o rabiosa de uno de los padres).
La miopía indica generalmente una subjetividad excesiva. La expresión “no ver más lejos de su nariz” describe bien esta manera de ser.
Basta con recordar aquello que temía con respecto al porvenir, en el momento de quedarse miope, para conocer su causa. Debe señalarse que muchos adolescentes se vuelven miopes durante la pubertad. Tienen miedo de crecer porque perciben el mundo de los adultos como inseguro para ellos. Por otro lado, la persona miope suele estar muy preocupada por sí misma en comparación con su interés por los demás. Le cuesta más trabajo abrirse a las ideas de los demás que a las suyas. Le falta generosidad de espíritu.
¿Qué hacer? Si tienes miopía, acepta la idea de que los acontecimientos que te asustaron en el pasado no tienen que seguir causándote miedo. Ábrete a las ideas nuevas procedentes del exterior y reconoce que no eres la misma persona de antes. Haz frente a las situaciones a medida que se presentan y deja de esperar lo peor. Es tu imaginación la que te hace tener miedo, no la realidad. Aprende a ver tu porvenir con más agrado y más alegría de vivir. Acepta también las ideas y las opiniones de los demás con alegría, aun cuando no concuerden con las tuyas.
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