El Seminario Diocesano de Málaga es el lugar donde se preparan los futuros presbíteros para la Iglesia Universal, concretada en la Iglesia Particular de Málaga. El Seminario es una Casa dedicada a la formación humana, intelectual, espiritual, comunitaria, pastoral y familiar de los seminaristas, posibles candidatos al sacerdocio.
El Santo Don Manuel González, que fue Obispo de Málaga y fundó la ubicación del Seminario, tal como lo conocemos hoy, fue un hombre con una gran pedagogía catequética y quiso llamar a uno de los edificios del Seminario: la Granja del Buen Pastor. Por allí accedían los muchachos y niños cuando ingresaban al Seminario; durante muchos años se encontraba allí la portería, donde por ejemplo, los familiares esperaban a sus hijos cuando venían a visitarlos o donde se dejaban los recados y las cartas para esos muchachos. En esta Casa se labraba poco a poco la formación de los seminaristas y se les preparaba para un futuro. Se estudiaba el bachiller, la filosofía y luego la teología, todo ello en un periodo de numerosos años. Ese espíritu de formación y de dedicación a los chavales ha existido siempre en nuestro Seminario. Los tiempos cambian y con él las formas y los acentos, siempre influenciados por las modas y los talantes de los diferentes obispos que hemos tenido al frente de nuestra Diócesis. En los años 1980 se inicia el Seminario Menor externo, de la mano del Rvd. D. Salvador Montes q.e.p.d, con un grupo de seminaristas mayores, que serían los monitores del Seminario Menor; un Seminario Menor del que yo, como tantos compañeros procedemos de él y que tanto le debemos. Hoy somos sacerdotes: Antonio Sosa Mateos, Leandro y Antonio Jesús Carrasco Bootello, Francisco Baquero Vargas, Rafael López Cordero, Andrés Francisco González, Salvador Gil Canto y un servidor, Francisco Antonio Sánchez Sánchez, entre otros; otros compañeros secularizados, como: Francisco Manuel Ortega Carpio, Tomás Suárez, Juan José Loza Gómez, Francisco Gabriel Alba Ferrer, Raúl Fernández Pascual, hermanos a los que sigo admirando y queriendo, de los que tanto aprendí.
¿Qué es lo que me ayudó o que me aportó a mí el Seminario Menor? Puedo enumerar muchas dimensiones y elementos importantísimos para la vida humana, espiritual y eclesial del sacerdote. Los monitores, que eran seminaristas mayores, junto al sacerdote que presidía el Seminario Menor, nos enseñaron a realizarnos un Plan de Vida, que hay que aterrizar en medios, fines y objetivos y revisarlo con cierta periodicidad.
Recuerdo esa explicación tan sencilla y tan profunda que yo sigo predicando en la catequesis con mis niños y en el acompañamiento de jóvenes y adultos a través de la dirección espiritual. La misma vida es como una mesa y la mesa se compone de un tablero y de unas patas o soportes. Esas patas o soportes son las que dan sujeción al tablero. Los soportes son: la dimensión humana, la dimensión familiar, la dimensión del estudio o del trabajo, la dimensión de los amigos, el ocio y tus hobbies y todos estos soportes tienen que tener equilibrio para que lo que se apoya sobre el tablero no se resbale y se caiga. El Seminario Menor era externo, cada uno vivíamos con nuestra familia en Málaga o como yo, en mi caso, en Ronda. En la Convivencia mensual que teníamos revisábamos este plan de vida personalmente con nuestro monitor. Recuerdo también con mucha emoción que en la convivencia, el sábado por la tarde noche, se exponía al Santísimo Sacramento del Altar y teníamos una Adoración Eucarística en la Capilla del Buen Pastor y fue ahí donde me interrogué en lo hondo de mi ser eso de… ¿Señor, qué quieres de mi? El acompañamiento directo e indirecto de nuestro párroco con el que también charlábamos a largo tendido y nos sincerábamos de todo, nos abría a otros puntos de vista importantes de constatar. La Eucaristía Dominical al final de la Convivencia que también celebrábamos en la Capilla del Buen Pastor era un momento de mucha gratitud; a ella se unían muchos familiares de los seminaristas menores de Málaga y de los pueblos más cercanos y junto a ellos los colaboradores y ayudantes que poseía el Seminario Menor, que eran muchos; una gran representación del Pueblo de Dios, muchos de ellos de parroquias malagueñas y comprometidos en algunos ministerios y otros de movimientos apostólicos. Estos colaboradores nos impartían talleres ocupacionales, donde aprendíamos, nos divertíamos y donde convivíamos como una verdadera familia, pues el Seminario Menor siempre fue una Gran Familia.
Otra parte importante de la convivencia era la Catequesis que nos daban, momento de aprendizaje y de formación; cada uno con su curso correspondiente, desde los pequeños que llamábamos los cuellis-cortos, que tenían 10 años hasta los mayores, los de 18 años, todos profundizábamos y poco a poco íbamos creciendo en estatura y en gracia ante Dios, como nos dice el evangelio de San Lucas.
En la Navidad teníamos la famosa chocolatada en algún bar en el centro de Málaga y visitábamos los Belenes acompañados por los sones de villancicos y la alegría reunida de jóvenes y de niños que festejan sanamente las Fiestas de Navidad.
Otro momento importante del Curso era la Campaña del Seminario, donde coincidíamos en la convivencia del mes de marzo y salíamos con los seminaristas mayores y algún sacerdote a dar nuestro pequeño testimonio vocacional en algunas de las parroquias malagueñas y nos hacíamos presente en muchos de sus barrios. Para algunos era la primera vez que hablábamos en público y ya los feligreses nos acogían y rezaban por nosotros con mucho cariño. El Domingo era el Día del Seminario y todos los seminaristas mayores y menores íbamos a la Misa en la Catedral, un día festivo, acompañado de alguna comida especial en el almuerzo.
El Campamento de Verano era una actividad que todos esperábamos, diez días unidos con muchos niños y jóvenes de tu misma edad. Todos lo pasábamos a lo grande. Catequesis, oraciones, baños en la Piscina, una excursión…buena conjugación de la diversión con lo espiritual. Momentos para todo. ¡Qué alegría sentíamos el día en que nos visitaba el Sr. Obispo y pasaba con nosotros una jornada de encuentro gratuito! Y la gran noticia que todos esperábamos: ¿Quién es el que pasa del Seminario Menor al Seminario Mayor? Un hermano nuestro acababa una etapa en su vida e iniciaba otra. Un paso, un compromiso como candidato al sacerdocio.
Le debemos mucho al Seminario Menor de Málaga. Quiero agradecerles a todos los sacerdotes que han sido los rectores y formadores del Seminario Menor en estos últimos treinta y tantos años; y también dar las gracias a todos los seminaristas que fueron monitores y compartieron junto a nosotros toda su juventud y su testimonio de apóstoles entusiasmados. Y cómo no, a tantos seglares y religiosos que han querido al Menor como algo suyo y han aportado lo mejor de sí mismos para los futuros sacerdotes de Málaga.
Hoy día, el Seminario Menor ha tomado otras formas y otros espacios. Pedimos al Dueño de la Mies que envíe obreros a su Mies y que a fuego lento se prepare el terreno donde niños, adolescentes y jóvenes puedan discernir su vocación al sacerdocio diciendo Sí a la vida sacerdotal. Y que por la Granja del Buen Pastor sigan incorporándose nuevos ingresos a nuestro Seminario. Que así sea.
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