Varios países europeos como Francia, Bélgica, Dinamarca, Austria o Letonia prohíben expresamente el uso del velo integral islámico. En otros, como Alemania o Italia, se encuentra restringido y se argumenta que atenta no solo contra la laicidad del país, sino también contra la libertad de las mujeres.
Las leyes que regulan el uso de esta vestimenta son polémicas, pero los argumentos que las sustentan lo son aún más. Tendemos a identificar a una persona totalmente cubierta con una persona totalmente oprimida y relacionamos esto con una de las muchas formas de sumisión que soportan las mujeres musulmanas.
Oprimir se define como “someter a una persona, a una nación, a un pueblo, etc., vejándolos, humillándolos o tiranizándolos”. En cualquier caso, se trata de una definición que encaja perfectamente con el trato que recibe el género femenino en los países árabes. Siempre y cuando se analice según la moral de occidente. Pero la moral depende de la cultura, la cultura de las circunstancias y las circunstancias de la historia. Siguiendo la moral árabe, una mujer musulmana probablemente sienta más opresión al no poder vestir según dictan sus normas religiosas, que al ir completamente tapada.
Tomamos muchas decisiones a lo largo de nuestras vidas pensando que somos libres, pero en realidad las tomamos condicionados por aspectos como la sociedad, la familia o la religión. Todo depende de a qué demos más importancia en nuestras vidas. En la cultura árabe, la religión ocupa un eje central y, por ello, determina las pautas y comportamientos adoptados en sus comunidades. Es una cuestión de tolerancia, quizá de empatía, pero sobre todo, de conocimiento. Lo más rechazado suele ser lo más desconocido. O quizá al revés, porque no está clara cual de los dos problemas es causa y cual consecuencia.
Europa defiende determinadas libertades tomando valores de referencia distintos a los que se toman en otros lugares del mundo. Y es difícil delimitar qué tipo de actitudes son respetables y cuáles suponen un perjuicio sin basarnos en prejuicios. La posición de los Estados occidentales con respecto a las costumbres musulmanas oscila entre la islamofobia y la hipocresía. Los que lideran la lucha contra la opresión de las mujeres que llevan burka acaban siendo los mismos que luego recortan las partidas contra la violencia de género.
Y se trata de un tema delicado, una opinión a través de la cual no defiendo el uso de esta prenda, pero sí critico a quien la utiliza como excusa, como rechazo a una religión y a una cultura manchadas por los extremismos sin saber que la mejor forma de combatirlos no es a través de otros extremismos.
Deja una respuesta