En la agilidad y en el trascurso ordenado de las horas de cada jornada aparecen las horas de la noche que albergan su misterio y nos envuelven a todos en momentos de meditación donde el alma reposa o busca reposar, serenarse, econtrarse con uno mismo y adquirir un poco de paz interior, antesala para los creyentes de la paz eterna que un día nos acogerá en el Reino Celestial, aunque no siempre la noche sea así.
No se trata de ver, ni siguiera de sentir, incluso sintiendo, lo puedo hasta razonar y desarrollarlo con el pensamiento, explicarlo y resumirlo aunque me falten las palabras más adecuadas y exactas. Por verbalizarlo de alguna manera es algo afirmativo en medio de tus dudas y contradicciones, entre tus miserias y pecados. Me despierto y en seguida me duermo (nos dirá el salmista). Mi canción, mi única canción es: Señor, creo en Ti, pero aumenta mi fe. Si me arrodillo quiero que sea por Ti, si callo quiero que sea por Ti, mis pasos y mis luchas te las confío; yo sin Ti, no soy nada y las estrellas que Tú has puesto en mi noche iluminarán mis pasos vacilantes para que todo aquello que Tú me has ofrecido y has soñado se cumpla en mí.
La noche a veces me confunde y mi estómago alborotado de las delicadezas humanas y naturales de este mundo altera el ritmo que Tú me propones. Tu fidelidad y Tu misericordia son bien grandes… y Tu paciencia infinita ante mis somnolencias y desviaciones. Pero yo ¿creo qué puedo cambiar? ¿Creo en la conversión que me ofreces? ¿Qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarle, de hacerlo conocer? Evangelium Gaudium 246. ¿Tan lejos y tan cerca de Ti, Señor? ¿Es más lo que gano o es grandioso lo que pierdo? Disyuntiva perenne en mi torpe andar y ante las convicciones profundas por las que un día opté y elegí, aunque sé que Tú eres el que escoge, el que consagra, el que prepara, el que capacita y el que envía….
A veces el día lo convierto en noche y la oscuridad en claridad. Por eso es bueno poner un poco de orden a las cosas del Espíritu sin encorsetar lo que depende del Espíritu y vivir siempre atentos en actitud de vigilancia y discernimiento espiritual.
Pero ¿cómo puedo volar más hacia Ti, si mis alas no levantan el vuelo y se hallan ancladas en su humanidad? No pierdo mi humanidad, quizás se engrandece más si dejo mi puerta abierta esperando Tu presencia consoladora, remediadora, plenificante…
¿Por qué la noche me conduce al miedo de mi persona? Aunque me encuentre aparentemente seguro y convencido de mis afanes y compromisos en este mundo durante la noche se desvelan mis inseguridades y aparecen mis miedos, mis tristezas, mis complejos, mis máscaras, mis desviaciones y mis pecados, los grandes y pequeños…. y todo me pesa; un peso insoportable de llevar. Mi yugo es suave y mi carga ligera…escucho de Tu voz.
No puede ser esclavitud lo que Tú le confías al ser humano sino todo lo contrario. Tú no te contradices. Tu Alianza es eterna para aquellos que la guardan sin temor…
Pero también sé por la vida de muchos hombres y mujeres justos que nos han ofrecido su testimonio de vida, que han buscado responderte en diferentes etapas de la vida y en situaciones muy distintas unas de otras… que es posible decirte Sí, de que es verdad permanecer firme ante Tu propuesta y de darle al día la preocupación y el afán justo que se merecen (Eclesiastés 3). Que Tú no impones, ni obligas, ni aprietas… que tu libertad, gratuidad y misericordia definen la esencia de tu gran corazón… un corazón especial capaz de entenderme y de darme una y mil oportunidades. Tu noche también es eterna… en el sueño de la noche te quiero encontrar y responderte, aunque sea con voz bajita.
Fotografía: http://www.transparencymag.com
Deja una respuesta