(conflictos emocionales que pueden causarlo) La rodilla es la segunda articulación de la pierna. Carga el peso del cuerpo en la posición en pie y es necesaria para caminar sin cojear, para subir y bajar un escalón, para sentarse, para descender, etc. Representa la puerta de la aceptación, de la rendición y de la sumisión.
Se relaciona con el orgullo, la modestia y la humildad.
Arrodillarnos es una manifestación de humildad, de subordinación a las leyes de la vida, mientras que no querer doblegar las rodillas indica una actitud orgullosa, inflexible.
La rodilla representa nuestra capacidad de ceder, de soltar o de retroceder para conseguir nuestro objetivo.
– El conflicto clave es “la sumisión: “no puedo hacer lo que quiero”, “no quiero someterme a la ley del padre”.
Problemas que se dan con frecuencia en la adolescencia, época en la que se cuestiona a la autoridad, al que se encuentra encima y que obliga a obedecer.
La rodilla nos duele cuando somos inflexibles, cuando rechazamos una vivencia, un sentimiento, un recuerdo o una idea, de alguien de nuestro entorno, que choca y perturba nuestras propias creencias o costumbres. No queremos doblar la rodilla ante una situación: “he de poner la rodilla en el suelo, es decir, someterme”.
Conflicto de desvalorización: deporte que ya no podemos hacer o deseo de aportar algo a alguien, para sentirse útil, para sentirse valorado.
Conflicto de dirección: dirección que no queremos tomar y que tomamos, forzados, en un clima de desvalorización. “Estoy obligado/a a someterme”.
Conflicto de indecisión: “No voy por buen camino”.
Cuando una rodilla flaquea, es debido a un carácter demasiado flexible e influenciable.
Cuando nos golpeamos o nos herimos en la rodilla, puede reflejar un sentimiento de culpa, por nuestro orgullo, por querer tener siempre la razón.
Hay que tener en cuenta también la lateralidad:
– Rodilla derecha: (femenino) “Yo he querido irme, he deseado irme…pero no he podido”.
– Rodilla izquierda: (masculino) “Yo me he ido, pero siento haberme marchado”.
Recomendaciones para recuperar la salud física, emocional y espiritual:
Flexibilidad y humildad para ceder, para aceptar otros puntos de vista, otros razonamientos, otras costumbres.
Capacidad para adaptarse a cualquier situación.
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