El pasado 1 de julio, España decía adiós a la posibilidad de ganar su segundo Mundial tras caer en octavos de final frente a Rusia. La selección española fue de más a menos, y la ilusión de los aficionados se fue desvaneciendo a medida de que iban jugándose los partidos.
Uno de los mayores problemas de la historia del fútbol español ocurrió a pocas horas del debut de la Roja en el Mundial. El Real Madrid anunciaba mediante un comunicado que Julen Lopetegui sería su entrenador tras la marcha de Zidane una vez concluida la cita mundialista. Esto no gustó nada a Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, que tomó la decisión de destituir al que era el seleccionador español en el peor momento posible, cuando todo estaba listo para dar inicio al Mundial. La inestabilidad rodeó a los futbolistas de la selección, creando un clima muy poco favorable para una de las grandes favoritas a alzar el título. El veleño Fernando Hierro se hizo con los mandos del banquillo español durante la participación en el torneo.
La Roja, con toda la polémica sobre ellos, debutó con un gran papel frente a Portugal. A pesar de no lograr la victoria, España parecía haberse sobrepuesto a la tormenta, y solamente Cristiano Ronaldo y sus goles frenaban a la selección española. El único punto negativo del debut fue la defensa, que se veía floja, y además David De Gea, el cual no mostraba seguridad, como por ejemplo en el segundo gol de los portugueses, en el que falló claramente.
España se veía obligada a ganar su segundo encuentro, y aunque no hizo demasiados méritos para ello, un gol de rebote de Diego Costa ponía a la selección española en lo más alto de su grupo. La Roja se jugaría el liderato ante Marruecos, la cual ya estaba eliminada. España volvió a mostrarse floja y no pasó del empate, logrando ser primera de grupo gracias al empate en el otro duelo del grupo entre Irán y Portugal.
La primera plaza mandaba a España por el lado más asequible del cuadro, en el que no estaban las grandes favoritas: Argentina, Brasil, Francia, Uruguay, Bélgica… Pero la selección española tampoco estaba para lanzar cohetes. Se medía en octavos a la anfitriona, Rusia, que venía de ser goleada por Uruguay, pero España no fue capaz de hacerle daño a esta selección en 120 minutos y se jugó el pase a cara o cruz en la tanda de penaltis. Cuando tienes un portero que no inspira confianza, todo hacía prever la eliminación, y así fue, De Gea no paró ningún penalti y los fallos de Koke y Aspas mandaron antes de lo esperado a la Roja de vuelta a España.
Son muchas las dudas que hay que despejar, pero hay que levantarse rápido, pues en septiembre dará comienzo la nueva competición creada a nivel de selecciones, la UEFA Nations League, la cual nos deparará grandes partidos, y en la cual esperamos que España haga un buen papel y no nos deje con caras de tristeza como en las tres últimas competiciones jugadas, la Euro 2016 y los dos últimos mundiales.
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