Según la psicología, en cada ser humano se encuentran las dos polaridades, una visible y otra oculta, masculina-femenina, hombre-mujer, pero tanto física como psicológicamente desarrollamos de modo preferente una de ellas dejando la otra en la sombra.
Según Carl Gustav Jung (contemporáneo de Freud), la sombra es el conjunto de las frustraciones, experiencias vergonzosas, dolorosas, temores, inseguridades, rencor, agresividad que se alojan en lo inconsciente del ser humano formando un complejo, muchas veces, disociado de la consciencia.
La sombra contiene todo lo negativo de la personalidad que el yo, que es el centro rector de la parte consciente, no está siempre en condiciones de asumir y que, por lo mismo, puede llegar a frenar la manifestación de nuestra auténtica forma de ser y de sentir. En términos generales la sombra corresponde a la parte oscura del alma de todo ser humano.
No reconocer la sombra, la parte oculta que hay en nosotros, nos angustia y nos hace sufrir, ya que cuando uno rechaza en su interior un principio determinado, cada vez que lo encuentre en el mundo exterior desencadenará en él una reacción de angustia y repudio y le llevará a proyectarlos sobre su cónyuge o pareja.
De dicha proyección emana la tendencia de resaltar las cualidades o defectos de la otra persona que, en realidad, solo reflejan, como si se tratara de un espejo, la belleza o las imperfecciones de nuestra propia alma.
Con ésta teoría podemos comprender que nuestra dificultad no procede de lo visible, de esa parte de nosotros con la que nos identificamos, sino de lo invisible, de esa otra parte que no queremos ver, y no queremos aceptar.
Por eso, por ejemplo, si una persona tiene algún síntoma negativo en su rodilla derecha, símbolo de la acción, de la razón, ya que está gobernada por el hemisferio izquierdo, masculino, podría manifestar alguna dificultad con su parte invisible y secreta, es decir, con su dimensión femenina oculta, a la que se ve confrontada a través de una mujer de su entorno, la que le llevará a tomar conciencia del problema, de matiz femenina, que tiene.
Por tanto, para alcanzar la paz que todo ser humano anhela, debemos aceptar esa sombra, aceptándola e integrándola en nosotros, siendo éste un importante momento que conlleva la liberación de energía negativa a nivel inconsciente, llevando a una transformación de vitalidad y creatividad.
Jung dice “la sombra solo es peligrosa cuando no le prestamos debida atención”
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