El colesterol es una sustancia similar a la grasa e indispensable para la vida. Se encuentra en las membranas celulares de nuestro organismo, desde el sistema nervioso al hígado y al corazón. El cuerpo necesita colesterol para fabricar hormonas, ácidos biliares, vitamina D, y otras sustancias. Sin embargo, el aumento del colesterol en la sangre y su depósito en las arterias puede ser peligroso y producir ateroesclerosis.
En términos generales el conflicto emocional tiene que ver con una desvalorización en la cual me siento que “estoy asumiendo solo mi supervivencia”, tengo dificultad en construirme mental y físicamente. No soy capaz de hacer las cosas por mí mismo, siempre pido ayuda a otros o dependo de otros para “ser” o “vivir”, sin ellos no me siento valorado, puede haber también un sentimiento de no importar a los demás y de que yo sólo debo afrontar las cosas. Cuando tengo dificultad o dejo de expresar mis emociones, me cierro (bloqueo) y a consecuencia de ello, pueden ocurrir diferentes enfermedades vinculadas con el corazón.
La persona que padece exceso de colesterol tiene tendencia a un autocontrol excesivo. Siente una gran desconfianza, no sabe entregarse y tampoco es capaz de abrirse y recibir. Se niega a la alegría y la comienza a bloquear. Considera la vida como una lucha constante, con muy poco tiempo para la relajación o el disfrute. Sin duda se trata de alguien que no se ha sentido amado y protegido en su infancia.
Cuando quiero realizar un proyecto, construir o crear algo que deseo especialmente, no consigo recibir ayuda de nadie. “No recibo el apoyo de mi familia, nadie me ha ayudado a llegar donde he llegado”. “Sólo puedo, por lo tanto, contar conmigo mismo para asegurar mi supervivencia y esto me afecta mucho.”
El colesterol está vinculado a la sangre, símbolo de la alegría de vivir. Procede de los alimentos y nuestro organismo lo sintetiza a partir del hígado. Su función normal es impedir el desgaste prematuro de los vasos sanguíneos por el paso de la sangre, pero si está presente en exceso en el cuerpo, se deposita y reduce progresivamente el diámetro de los vasos sanguíneos. ¿Por qué? Porque “ya no tengo alegría de vivir” Para mis adentros, creo que no merezco ser feliz, ni ser alegre y esta alegría circula mal. Puedo tener una subida de colesterol después de ciertos acontecimientos como, por ejemplo, con la jubilación, porque ya no siento la alegría de vivir que tenía con mis compañeros de trabajo o con la gente que encontraba en el trabajo, cuando se ha ido alguien a quien amaba y que me traía alegría en mi vida, cuando pierdo a mi animal de compañía o en cualquier situación que pueda causar, conscientemente o inconscientemente, una disminución de la alegría de vivir en mi vida. Puede suceder también cuando quiero realizar un proyecto, construir o erigir algo que me afecta especialmente pero no consigo recibir ayuda de nadie. Si dejo que empeore esta situación, hay riesgo de que algún día tenga un ataque cardíaco.
En efecto, si no arreglo la situación que me hace vivir esta carencia de alegría, esto tocará el aspecto de mi vida que es el amor y éste se representa en el corazón.
La mayoría de colesterol animal (procedente de las carnes y productos lácteos) forma parte de la dieta demasiado rica de los Occidentales. Los alimentos que contienen mucho colesterol representan cierta satisfacción egoísta de mis apetitos. Me siento bien, sin pensar un instante que este exceso corre el riesgo de cambiar e incluso destruir mi salud. Es una ilusión creer que doy un gusto a mi cuerpo.
Compruebo que me amo de un modo algo demasiado “egoísta o egocéntrico”.
Absorbiendo alimentos que contienen demasiado colesterol, reniego de las alegrías de la vida. Un día, deberé pagar por esto. ¿Deseo yo esta dolencia?
¿Qué hacer?
Aceptar y dejar fluir la alegría en mí, igual como el niño maravillado delante de las bellezas de la vida. Neutralizo mi miedo de vivir en la alegría y acepto que ésta forme parte de mi vida.
He de centrarme en el propio placer de vivir y no en el de acumular logros para probar mi grandeza, que es un modo de decir NO a la vida.
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