La Liturgia nos presenta en cuarenta días el tiempo de la Cuaresma, días que nos preparan para el acontecimiento más importante de la vida cristiana: la celebración de los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. En nuestras tres Parroquias en Vélez-Málaga, en la vida comunitaria de nuestros Conventos, en el Colegio religioso de San José y en cada uno de nuestros grupos parroquiales, en los Equipos de Nuestra Señora o en cada una de nuestras Hermandades y Cofradías y de un modo especial en las Cofradías de Pasión, que son 19, se vive con intensidad este tiempo litúrgico.
Para mi esta Cuaresma tiene también su novedad, pues como todos bien sabéis, he sido designado por la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, ser la persona que pregonará la Semana Santa del 2017 aquí en nuestra Ciudad de Vélez-Málaga. Reto que he asumido con mucha gratitud y con un profundo deseo de que en primer lugar me ayude a mí a realizar en este Pregón una conversión a Jesucristo y una vinculación cada vez más progresiva a la continuidad de Su obra, de Su apostolado aquí en Su Iglesia, Iglesia católica a la que pertenezco. Mi pregón no aporta ninguna novedad y sería por mi muy presuntuoso y aventurado compararme con las grandes personalidades que ya han pregonado la Semana Santa Veleña. Creo que soy el tercer sacerdote en pregonar, el padre Julián, franciscano y el sacerdote diocesano Pepe López Solórzano; los dos pregones hicieron huella en el auditorio que aceptaron sus pláticas como una magnífica catequesis que ayudó a la renovación de la vida cristiana del mundo cofrade. En segundo lugar, yo tan sólo quiero que nos ayudemos mutuamente a reflexionar y a seguir descubriendo la esencia de la vida cristiana y el sentido de la existencia de nuestros grupos de hermandades siempre vinculadas a la Iglesia Católica, a la Diócesis, con su Obispo a la cabeza y a la porción de pueblo de Dios más concreta y cercana, que es la Parroquia, en la que todos los cofrades tenemos que vernos inmersos e implicados en ella.
En estos días se nos hablará de la Conversión, ese redescubrimiento de que tenemos que volver a Dios, volver al origen, al fin para lo que fuimos creados, que no tiene otra finalidad que la de ser felices y darle sentido pleno a toda la Humanidad, a la creación, a la utilización de todos los medios y a poner en movimiento los dones que el mismo Dios nos ha ofrecido para el bien de toda la Humanidad. La conversión es buscar el corazón de Dios y sentir los mismos sentimientos que Jesucristo sintió y los mismos pensamientos de Dios Padre. Ese volver…lo tenemos todos que meditar en esta Cuaresma.
Otra de las consignas que se repiten en la andadura cuaresmal en la Oración, ese Velad y Orad, que nos recuerda Jesús en la noche de Getsemaní y en tantos momentos de su vida pública, como en el día de su Bautismo, en la Transfiguración, en el Sermón de la Montaña, en el desierto, en el que estuvo cuarenta días con sus cuarenta noches… tenemos que purificarnos y encontrarnos con el mismo Dios cara a cara, desde el silencio, desde la meditación y desde el recogimiento que nos puede ofrecer una tarde de Retiro en Comunidad o una mañana de silencio personal. Ahí nos hablará el Señor.
Y tendremos que salir al encuentro de nuestros hermanos necesitados, que siempre nos esperan. ¡Hay tanto que hacer!, ¡hay tanto dolor!, ¡tanta injusticia y tanta falta de amor!, que no podemos quedar indiferentes antes los lamentos y las carencias de cualquiera de nuestros hermanos; ellos son nuestros prójimos y esperan a un buen samaritano, que será el Señor, a través de nuestras pobres y sencillas manos distribuyendo los recursos y las ayudas. Esa es nuestra sincera Limosna que ofrecemos en este tiempo cuaresmal.
Es un tiempo de propósitos, privaciones y ayunos, de hacer que nuestro cuerpo no nos domine y que el placer y los sentidos que habitan en cada ser humano no se apoderen de nosotros. Hay que buscar pequeños ejercicios que nos hagan vencer los apegos de este mundo. Cada cual debe de proponérselo en esta Cuaresma, ese debe ser nuestro compromiso personal. Todos los viernes de cuaresma tienen un sentido penitencial. Rezaremos el Vía-Crucis, recordaremos la pasión y muerte de Jesucristo, todo lo que este Gran Hombre pasó, aguantó y afrontó, y todo desde un convencimiento al Dios Padre y a la Humanidad, a cada uno de nosotros, pues por amor se entregó en la cruz.
En este tiempo se reunirán en la Nave Museo los distintos grupos de Hermandades y Cofradías para ir preparando todo lo que se necesita para la Estación de Penitencia que acontecerá en la Semana Santa. Encuentro y fraternidad, trabajo en equipo y desarrollo de muchas tareas a realizar. Todos aportan su tiempo, sus recursos, sus ideas para elaborar un proyecto común que desembocará en la Semana Santa. Pues el culmen de la montaña cuaresmal es llegar a vivir la Semana Santa e iniciar el Camino de la luz. La preparación es muy importante y es necesaria, pero no nos olvidemos, que no podemos llegar a la cima cansados y agotados, pues una vez que afrontemos la Cuaresma, comenzamos a vivir la celebración más importante de nuestra Fe: el Triduo pascual y la gran noche de la Vigilia Pascual. Jesucristo Resucitado ha dado sentido a nuestras vidas y nos inicia en el Camino de la luz.
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